Telepatía política


El marketing político inaugura una nueva era: la de la telepatía. Durán Barba se vuelve irreversiblemente obsoleto con sus consejos de afeitar cuanto bigote se le acerca (pregúntenle al pobre Melconian...); Ramiro Vasena tiene la posta (además de bigote). 

Se trata de algo inédito en el mundo entero: la transmisión gráfica de pensamientos en vía pública. El sistema es simple: el candidato a vaya a saber uno qué cargo se retrata simpática y convencionalmente ante la cámara pero, he aquí lo novedoso, a diferencia de toda campaña política conocida hasta el día de hoy, no dice nada sino que ¡lo piensa!

De otro costal es la harina de cómo un solo señor se las arreglaría para poder echarle lavandina al Congreso Nacional y desterrar así el problema de la corrupción, el cual reclama, para don Ramiro, extrema asepsia.

De otro costal es la pregunta, cruda, ¿quién cuernos es Ramiro Vasena? ¿De dónde salió? ¿Cuál es su historia política? ¿Qué piensa? ¿Para qué va a postularse? ¿Porqué habríamos de votarlo a él? ¿Su partido —Reconquista; de claro tinte nacionalista por lo que puede verse en su sitio web en construcción— es él solo y su circunstancia o hay alguien más?

Todas preguntas cuyas respuestas sabríamos si Ramiro hubiese pensado en ellas cuando se tomó la foto del afiche. Así de poderosa es la telepatía política.

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