Giro en descubierto



Si a algo deberíamos renunciar todos los diseñadores gráficos es a ser originales. Entiéndase por original a aquello completa y genuinamente novedoso, que no le tributa nada a nada; algo nacido desde cero estableciendo relaciones nuevas, nunca antes exploradas por mortal alguno. 

Hay, en algún punto y medida, en la enseñanza del diseño cierta búsqueda anhelante de la chispa creativa que echa luz sobre un universo trillado y remanido. 

Bueno... no. 

En mi modesta opinión, el diseñador no tiene ni Magiclicks ni linternas mágicas; el diseñador se vale de un limitado repertorio de recursos ya nacidos (que, desde ya, cuanto más nutrido es, mejor), los cuales intenta combinar de las maneras más sagaces, pertinentes y atinadas que cree posible, todo en pos de contarle algo, primero al cliente y luego a un tercero. Y, por supuesto, descontando que todo diseñador responsable y serio debe cerciorarse de que el camino elegido —ensalada de analogías, metáforas y demás combinaciones— no esté ya ocupado por otro carro.

Ahora bien... que dos empresas, argentinas, relacionadas con el dinero (virtual o analógico; recaudado o prestado a tasas dudosamente convenientes) tengan la misma marca ¡y del mismo color! es algo difícil de explicar... En el pasado hasta se le podía atribuir este tipo de "coincidencias" al azar; en estos tiempos googleros, ya ni el azar tiene cabida.

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